Trúnaðr, Primer círculo concéntrico: el yo.
Hails jah Haila.
ᚺᚨᛁᛚᛊ ᛃᚨᚺ ᚺᚨᛁᛚᚨ.
Haila Frijonds jah Frijonjos Meina!
ᚺᚨᛁᛚᚨ ᚠᚱᛁᛃᛟᚾᛞᛊ ᛃᚨᚺ ᚠᚱᛁᛃᛟᚾᛃᛟᛊ ᛗᛖᛁᚾᚨ!.
Trúnaðr, Primer círculo concéntrico: el yo.
Por Damon Domke.
Nueve virtudes: “Honor, Honestidad, Sabiduría, Piedad, Coraje, Lealtad, Independencia, Generosidad y Bondad ". Nosotros, como nuestros antepasados antes que nosotros, y los dioses antes que ellos, encontramos un gran significado y valor en nuestra capacidad de buscar, lograr y mantener un alto carácter moral.
Nacidos de forma inherente, somos un pueblo tribal, donde los lazos de relación, amigos y parientes, no se toman a la ligera ni se les falta al respeto, sino que se buscan con sincera devoción y anhelo.
Buscamos a los demás para encontrar puntos en común sobre los cuales construir nuestras vidas.
Trúnaðr, palabra nórdica antigua que significa confianza, lealtad o buena fe, es un término con el que debemos familiarizarnos. Mantener Trúnaðr, o traducido aproximadamente (por su significado implícito) como lealtad, es un principio fundamental en el que basamos nuestras vidas para formar la base que la sostiene; evitando que se deshaga en una vida vacía, caótica y solitaria de alguien que existe pero que nunca vive realmente.
Cuando nacemos, nos vinculamos de inmediato con nuestros padres para obtener sustento, protección y amor. A medida que crecemos, nos vinculamos con nuestros hermanos y / o primos mientras buscamos establecer un entendimiento común con aquellos que son similares a nosotros.
Al envejecer, aún buscamos amigos con los que podamos formar una afinidad; aquellos que se relacionan con nosotros ayudan a ampliar nuestra cosmovisión fuera de los confines de nuestra familia. Más aún, buscamos un compañero con quien compartir nuestras intimidades mentales, emocionales y físicas, él o ella, con quien podamos traer a nuestro círculo más íntimo de confianza para compartir lo que nadie más sabe.
A medida que crece la unión íntima, tenemos hijos y completamos el ciclo; proporcionando sustento y dando nuestro amor y protección a esa extensión de nosotros mismos y nuestros antepasados. Este es el ciclo de la vida, dentro del macro y micro de nuestra existencia. Como pueblo tribal, buscamos lazos de relación, que solo pueden resistir la prueba del tiempo, manteniéndose fuertes y perdurables, si tenemos y mantenemos un sentido de lealtad.
Para sostener el Trúnaðr, uno debe mirar al Ser como el primer círculo, dentro de una serie de círculos concéntricos; porque si no somos leales a nosotros mismos, no podremos ser leales a los demás. Trúnaðr es un elemento básico de la mentalidad popular, pero comienza con el Ser y el estándar con el que nos hacemos responsables.
Sin embargo, dicho esto, centrarse en el Sí mismo no significa que nos pongamos antes que los demás; más bien, que nos comportamos de una manera digna de respeto y confianza. Para construir esta base, primero debemos asegurarnos, dentro de nosotros, una brújula moral basada en las nueve virtudes antes mencionadas: Honor, Honestidad, Sabiduría, Piedad, Coraje, Lealtad, Independencia, Generosidad y Bondad.
En Lokasenna, los dioses se reúnen para una fiesta en el salón de Ægir, ahí Loki aparece y comienza una serie de insultos hacia los asistentes.
Cuando Loki, hablando con Njörðr, insulta a su hijo, Freyr, es Týr quien se levanta para defender su honor. Al mostrar lealtad a su amigo, Týr irradiaba coraje frente a la hostilidad y, al mismo tiempo, demuestra honestidad y amabilidad en sus palabras de elogio sobre Freyr, afirmando que “Freyr es el mejor de todos los jinetes audaces en las cortes de los Æsir; no hace llorar a ninguna niña, ni a la esposa de ningún hombre, y libera a todos los hombres del cautiverio". Al hablar, Týr se muestra digno de respeto y confianza.
Quizás el ejemplo más reconocible es el relato de cuando Týr perdió la mano ante Fenrisúlfr.
Los dioses, sabiendo que el lobo se estaba volviendo más poderoso, previeron la destrucción y el caos que causaría si se quedaba con su libertad.
Temiendo por sus vidas, y alimentados por el llamado a preservar el orden, idearon un plan para atar al Lobo, utilizando la cadena forjada por Dvergr, Gleipnir.
Fenrisúlfr, sospechando la astucia de los dioses, accedió a la unión con la condición de que alguien le pusiera la mano en la boca como garantía de buena fe.
Los dioses, que no querían perder su mano, sabiendo que sería mordida, se negaron a dar un paso al frente; sin embargo, Týr, conociendo las consecuencias, puso su mano en la boca del Lobo.
Al darse cuenta de que de hecho estaba atado, Fenrisúlfr mordió la mano de Týr.
Ante un gran peligro, y sabiendo que perdería la mano, Týr entró en una situación complicada y voluntariamente hizo el sacrificio necesario para proteger a los dioses y la humanidad.
En este acto, Týr mostró honor, al hacer lo correcto, sabiduría, al saber que no había otra manera, valor, por sufrir la pérdida de su mano, y lealtad a los dioses y a la humanidad, al colocarlos por encima de él.
Trúnaðr a sí mismo, es cuando Óðinn aceptó voluntariamente el destronamiento y el subsecuente destierro. Al enterarse de que su hijo, Baldr, moriría, viajó al Hel para hablar con una Völva, quien le informó que Baldr moriría a manos de Hǫðr, su otro hijo.
Sabiendo que la Ley requería venganza sobre el asesino, Óðinn presionó, a lo que Völva respondió que Rindr daría a luz a un hijo llamado Váli, el cual vengaría la muerte de Baldr matando a Hǫðr (en Vǫluspá 33 se nos dice que Váli es un hijo de Óðinn). Decretó que Baldr moriría y Váli vengaría dicha muerte matando a Hǫðr (los tres hijos de Óðinn), cumpliendo así la ley y restableciendo el equilibrio; incluso los dioses están sujetos a la ley de Urðr y no pueden escapar de su Örlögþættir. Sabiendo lo que vendría, Óðinn buscó a Rindr, haciendo varios intentos fallidos para ganar su favor; pero cada vez, ella lo rechazó.
Como último recurso, Óðinn practicó seiðr para manipular a Rindr, lo que la hizo actuar como loca antes de enfermarse. Sabiendo que la unión produciría a Váli, él, en su condición manipulada, se acostó con Rindr. Sin embargo, con este acto, Óðinn obedeció y violó la ley.
Cuando se descubrió este asunto, sus acciones crearon eventos que llevaron a una guerra Æsir-Vanir, y tras la victoria Vanir, Alföðr aceptó el destronamiento y el destierro. Durante diez años, Óðinn vivió la vida de un níðingr exiliado.
Óðinn finalmente reclamó su trono a través de un acto redentor (informó a los Vanir de un inminente ataque de Jötnar).
El Æsir exiliado luchó junto a los Vanir y aplastó a los Jötnar. Luego los Vanir aceptaron el regreso del Æsir y así se restauró el Reinado de Óðinn, reforjando así el frith entre los Dioses.
Cuando se enfrentó a probabilidades imposibles, Óðinn hizo lo necesario a pesar de las consecuencias autoinfligidas. Aunque cometió un acto deshonroso y sufrió la pérdida del honor y su estatus de realeza, se mantuvo firme en su coraje, sin dejar de ser leal y honesto ante los dioses.
A lo largo de nuestro Lore, el Trúnaðr juega un papel importante y omnipresente en la vida de los dioses y la humanidad; sin embargo, el aspecto más importante de mantener la lealtad al Ser no siempre está en nuestras interacciones con los demás, sino en nuestra adhesión a la fe, es decir, conocer a los Dioses, realizar Blót y obedecer la ley.
Entonces, ¿cómo conocemos a los dioses? Para empezar, debemos mirar las fuentes que documentan a los dioses y los poderes superiores. La Edda poética, la colección de poesía nórdica antigua precristiana, así como la poesía escáldica (contemporánea a la poesía eddáica), comprenden la Hierología (fuentes primarias) sobre la que construimos nuestra Fe.
Después de estos, los otros textos son fuentes secundarias y solo deben usarse cuando no contradigan las fuentes primarias.
(Aclaración de traducción, en el Odinismo no ponemos las fuentes primarias, Eddas y Sagas como base, pues las vemos muy influenciadas por el cristianismo).
Como pueblo tribal, podemos conocer mejor a los dioses al estudiar la cultura y las tradiciones de nuestros antepasados teutónicos, así como aceptar el zeitgeist de nuestros compañeros Heathen y asistir a las reuniones; experimentar la vida como debe ser vivida.
El conocimiento y el compañerismo, son importantes y necesarios para conocer a los Dioses, pero también debemos encontrar tiempo para desarrollar la práctica de la meditación silenciosa, para sintonizar nuestro yo interior con el de los Poderes Superiores. Construir sobre el espíritu meditativo es participar en el Blót, el acto sagrado de adorar con sacrificio.
A medida que damos nuestro sacrificio, brindamos a los Dioses nuestro ǫnd y, a cambio, los Dioses encienden nuestro óðr, dándonos así una forma de comunicación bidireccional y la inspiración para vivir nuestras vidas dignas de Trúnaðr. Por último, debemos obedecer la ley.
No somos un pueblo legalista que sigue una fe legalista; sin embargo, como pueblo que cree que somos lo que hacemos, no hace falta decir que nos adherimos a un código moral.
La Ley de los Dioses está dentro de las nueve virtudes a seguir (Honor, Honestidad, Sabiduría, Piedad, Coraje, Lealtad, Independencia, Generosidad y Bondad) y los nueve vicios a evitar (Asesinato, Perjurio, Adulterio, Robo, Codicia, Calumnia, Sacrilegio, Traición y Crueldad). Obedecer la ley va de acuerdo con el Trúnaðr.
Trúnaðr, es la confianza, lealtad y / o buena fe que tenemos y mantenemos dentro de nosotros mismos, es simplemente el primer círculo de una serie de círculos concéntricos aplicados dentro de nuestra vida, es decir, uno mismo, la familia inmediata, la familia extendida, el ætt, otras lealtades, tribu, parientes, etnia, estado, región, nación, etc.
Cada nivel de Trúnaðr, a medida que se extiende hacia afuera, exhibe grados menores de fuerza, lo que ilustra cómo y por qué el primer círculo del yo es tan importante.
Si no podemos sostenernos sobre una base moral sólida, entonces no somos mejores que los relativistas morales de nuestra época que basan sus puntos de vista en el constante cambio en la sociedad en la que viven.
Debemos mirar a nuestros antepasados y a los dioses en busca de ejemplos y orientación, por ejemplo, las historias familiares de las grandes hazañas y el carácter de nuestros antepasados y los de los dioses, como los relatos antes mencionados de Týr y Óðinn.
Debemos seguir siendo un pueblo tribal, fortaleciendo y renovando siempre los lazos de relación con nuestros parientes y allegados.
Nunca debemos descuidar ni faltar al respeto a nuestra herencia, sino buscar los caminos de nuestros Dioses y antepasados con solemne dedicación y un anhelo genuino; para defender Trúnaðr, debemos mirar al Ser.
Primero debemos ser leales a nosotros mismos antes de poder ser leales a los demás.
Como afirma el Alföðr, "Deyr fé, deyja frændr, deyr sjalfr it sama, en orðstírr deyr aldregi, hveim er sér góðan getr" (traducido aproximadamente como: "El ganado muere, el pariente muere, incluso el yo debe morir, pero una cosa nunca muere, y ese es el juicio de un muerto”).
Gutané Jér Weiháilag.
ᚷᚢᛏᚨᚾᛖ ᛃᛖᚱ ᚹᛖᛁᚺᚨᛁᛚᚨᚷ.
Traducción a cargo de:
Selene Ortiz Vázquez.
ᛊᛖᛚᛖᚾᛖ ᛟᚱᛏᛁᛉ ᚢᚨᛉᚲᚢᛖᛉ
H.O.S.F.
ᚺ.ᛟ.ᛊ.ᚠ.
México.
ᛗᛖᚲᛊᛁᚲᛟ.